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Invierno

"Un remolino Resuena un eco, vacío Ojos plateados del llanto Se siente espeso, aquí Es un planeta de vidrio Más que diamantes martillos, resuenan" Un Témpano - Buenos Muchachos Recuerdo que hacía frío. Pero un frío permanente, de todos los días. Un frío gris de horas lentas, y días estancados, esencialmente idénticos, huérfanos de toda sensación. Recuerdo la luz tenue del atardecer colándose por la ventana, que con los vidrios cubiertos de diminutas gotas de agua condensada, iluminaba un rectángulo de vida distante. Del otro lado la quietud interior, el silencio. Recuerdo el silencio de los días, la vaga comunicación repetitiva, los pequeños instantes de colores pintados como islas sobre el lienzo gastado de la normalidad. Recuerdo a mi cuerpo adormecido por su peso, por la presión del aire sobre la cabeza, mi cuerpo petrificado sobre el colchón día tras día, noche tras noche. Las articulaciones lentas y ásperas, los párpados pesados anhelando dejarse caer a media tarde. 
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Vivo

    "Por aquello que encontré en tus ojos por aquello que perdí en la lucha conocer la otra mitad es poco comprender que solo estar es más puro..." Vivo - Gustavo Cerati Pocos momentos recuerdo en los que me haya sentido tan vivo. Un remolino de sensaciones coloridas se agita a mi alrededor, me inunda por completo colmando mis sentidos. Abrazo este instante como una causa. La vida se despierta en segundos mágicos de mi realidad, arrancando de un golpe los retazos de días marchitos y grises. ¿Acaso es necesario estar muerto durante tanto tiempo en la espera, para que instantes como estos vengan a recordarme cómo se siente estar vivo? La rutina sepulta pequeños sueños bajo los días. ¿Cuántas horas de soledad son necesarias para lograr sentirme ahora tan sereno entre tus brazos? Con los ojos cerrados me lanzo al abismo de dejarme ser, de olvidar por un rato que no soy más que una mente adherida a un cuerpo. Todo parece posicionarse en su justo lugar, me comprendo un poco más, en

Cenizas

Con las rodillas flexionadas y el cuerpo agazapado contra el cordón de la vereda, intenta proteger al fuego de los embates del viento que llegó con la medianoche. Este es su ritual de año nuevo. Sobre el asfalto frío los restos de calendarios van siendo consumidos por las llamas, y así el nuevo año va asomando al otro lado de la calle. Cuando era más joven, vio a su abuelo cumpliendo con esa tradición, ensimismado en su tarea, y desde ese día acostumbra quemar los restos del año al terminar el día.  Cientos de luces de colores iluminan el cielo de diciembre, los estruendos y algunos gritos llegan con el aire, y desde el suelo las llamas derriten los números ya sin sentido. Los días que fueron muy importantes, los días vacíos y solitarios, también esa fecha marcada que no podía olvidarse, todo está allí; aunque ahora todo eso es nada, un simple pedazo de papel ardiendo. Y apenas un montón de recuerdos en su memoria. Las cenizas del pasado abonan su presente, y mañana cuando salga el sol

Feliz Navidad

Las paredes blancas lucen algo opacas bajo la penumbra de la habitación, y de a ratos se distinguen las luces de la ciudad reflejadas en sus rincones. El olor a desinfectante, alcohol y otras cosas que no llega a distinguir, apenas deja oler el perfume de los jazmines casi marchitos en el florero a un costado. La puerta se abre logrando que los restos de la luz y el leve bullicio del exterior penetre en el aislamiento de la habitación. Un enfermero, apenas reconocible bajo las ropas protectoras, se acerca con algo de comida y una nueva flor que renueva el perfume del ambiente. En la soledad del aislamiento, el saludo y los deseos de aquel desconocido, son el mejor regalo de navidad que ha tenido en décadas. Una vez más queda solo, recostado sobre las sábanas blancas. Contempla a lo lejos las luces en el cielo, los estruendos apagados por el vidrio de la ventana, imaginando besos y abrazos de otros tiempos, anhelando celebraciones pasadas. *** ¡3-2-1! ¡Feliz Navidad!  El grito inunda la

El constructor

Pasó los días construyendo en su mente un lugar seguro y apacible. Un espacio al cual pudiera acudir en los momentos más duros, o incluso para recostarse en las pausas de la rutina.  A cada momento iba moldeando su hogar imaginario, redecorando rincones, agregando nuevas habitaciones, expandiendo colores. No era un sitio estático, sino todo lo contrario, las cosas se iban moviendo y cambiando de lugar o forma de acuerdo a los estados de ánimo. Siempre había un detalle novedoso, aunque la esencia permanecía intacta: la calma sostenía las paredes. Así, de acuerdo a sus necesidades, iba acudiendo a recuerdos felices, momentos atesorados lejos de todo pensamiento oscuro, algún aroma que lo transportaba a otra época, una textura de su infancia; todo ello formaba su lugar de paz. A veces, recostado en la cama al final del día, su mente lo llevaba a ese bálsamo de energía, donde su ser extraviado caía rendido ante el sueño. Pero sin embargo, con el devenir de los días y las vibraciones propia

La cena

  La espuma resbala lentamente por su antebrazo, hasta llegar deslizándose a la palma de la mano. La otra, que sostiene la esponja, dibuja círculos imaginarios sobre la superficie de un plato, mientras el agua tibia se va escabullendo entre las cosas hasta perderse por el desagüe de la pileta. A sus espaldas, el sonido sedante de las burbujas naciendo y muriendo en una danza de micro explosiones, moviéndose entre las paredes circulares de la olla hirviendo sobre el fuego azul. Levanta la mirada hacia el reloj, donde las agujas se han acomodado para marcar las once de la noche. Luego de terminar con el último resto de vajilla sucia, seca sus manos y gira el cuerpo para apagar la hornalla.  Al otro lado de la barra de madera que protege el frente de la mesada dejando una gran ventana rectangular, se encuentra el living penumbroso. Y en el silencio de la pieza, manchada con restos de luz que escapan de la cocina, alguien duerme estirado sobre el sillón. Su respiración suave dibuja un soni

Ser joven no es delito

“La juventud está perdida” estamos ya hartos de escuchar. “Juventud” es usado como un término casi abstracto, esbozado con desdén por todo aquel que quiera desligarse de cualquier comportamiento social que considera negativo.  En realidad es algo sumamente práctico para cualquier persona desviar la culpa de esa manera. Es similar a cuando se hace referencia a “la sociedad” como algo que está por fuera de uno mismo. Entonces, es como si los jóvenes fueran parte de otro mundo distinto y paralelo, donde no son los adultos quienes gobiernan e imponen las reglas desde el principio. El mundo es de esos adultos y el resto parecerían ser etapas de transición hacia y después de la adultez. Los jóvenes son (somos?) parte inevitable de la cultura, muchas veces reproductores de modelos aprendidos por observación, comportamientos absorbidos por la necesidad de encajar o el miedo a salirse de la media. No se nos puede separar como si no hubiésemos sido educados y socializados bajo el modelo preponde