Ir al contenido principal

Espejos

¡Buenas! Después de varios días sin subir nada vuelvo con esta publicación. Hacía un tiempo que no podía plasmar en un texto una idea con claridad hasta que salió esto. ¡Espero que lo disfruten y gracias por leer! 

-


Siempre le llamaron la atención los espejos, los veía como una ventana a otra dimensión, hacia un mundo paralelo justo a un costado de este. Un universo sincrónico, prácticamente idéntico al suyo, pero estaba seguro de que si lograba observar con suficiente detenimiento podría un día hallar alguna 

diferencia por más sutil que fuera, un cambio que permitiera confirmar su teoría. Ese otro mundo inalcanzable y estático estaba siempre atrapado en la silueta del espejo. A lo largo de su vida los había visto en diferentes formas, unos rectangulares con ángulos perfectos, otros con curvas delicadas, rodeados de marcos labrados; pero siempre atrapado en los márgenes el mundo estaba ahí quieto, esperando a que su reflejo se moviera para hacerlo al unísono.

Desde muy chico adquirió la costumbre de buscar espejos en todas partes. Comprendió muy temprano que el mundo todo es un reflejo de uno mismo. Las creencias previas, las ideas, y aquello donde es puesto el foco de la atención es lo que termina influenciando la forma en que se ve la realidad. Aprendió a buscar su reflejo en otras personas, encontrar en ellos actitudes, palabras, formas de actuar. Todo lo que veía lo iba asimilando e incorporando desde ese mundo al otro lado del espejo hacia el propio. En un principio su misión fue crear un inventario a veces inconsciente, donde guardaba todos los gestos que lo ayudaran a incorporarse en el entorno sin ser visto, poder moverse en la realidad como uno más.

Con el tiempo comenzó a interesarse por su propio reflejo. Los espejos le devolvían una imagen extraña, una imagen que ya no sentía que fuera de sí mismo y no podía explicar por qué. Detrás de toda esa capa superficial de convenciones quizás se encontraba su verdadero ser. Entonces empezó a cambiar la mirada: seguía buscando espejos en los demás, pero ahora con la intensión de ver sus propias actitudes en ellos, reconocerlas como suyas, entenderlas, y cambiarlas. También buscaba en los espejos todas las cosas que veía en los otros y sabía muy en lo profundo que las quería para sí mismo, o que tenían el potencial de cambiar su vida. Y así comenzó a crecer, construyendo y deconstruyendo en cada mirada, con cada reflexión nuevas partes de su ser comenzaban a quedar al descubierto.

Ahora, los espejos para él son como un libro abierto. En ellos puede ver quién es, pero también quien quiere ser. La imagen de sí mismo que le devuelven se parece cada vez más a la persona que vive dentro suyo. Los dos mundos paralelos por momentos conviven en uno solo, las imágenes resuenan en sincronía y los reflejos son ventanas para conectarlos de vez en cuando.


Créditos foto: Foto de Lisa Fotios en Pexels


Comentarios

Entradas populares de este blog

La cena

  La espuma resbala lentamente por su antebrazo, hasta llegar deslizándose a la palma de la mano. La otra, que sostiene la esponja, dibuja círculos imaginarios sobre la superficie de un plato, mientras el agua tibia se va escabullendo entre las cosas hasta perderse por el desagüe de la pileta. A sus espaldas, el sonido sedante de las burbujas naciendo y muriendo en una danza de micro explosiones, moviéndose entre las paredes circulares de la olla hirviendo sobre el fuego azul. Levanta la mirada hacia el reloj, donde las agujas se han acomodado para marcar las once de la noche. Luego de terminar con el último resto de vajilla sucia, seca sus manos y gira el cuerpo para apagar la hornalla.  Al otro lado de la barra de madera que protege el frente de la mesada dejando una gran ventana rectangular, se encuentra el living penumbroso. Y en el silencio de la pieza, manchada con restos de luz que escapan de la cocina, alguien duerme estirado sobre el sillón. Su respiración suave dibuja un soni

Cenizas

Con las rodillas flexionadas y el cuerpo agazapado contra el cordón de la vereda, intenta proteger al fuego de los embates del viento que llegó con la medianoche. Este es su ritual de año nuevo. Sobre el asfalto frío los restos de calendarios van siendo consumidos por las llamas, y así el nuevo año va asomando al otro lado de la calle. Cuando era más joven, vio a su abuelo cumpliendo con esa tradición, ensimismado en su tarea, y desde ese día acostumbra quemar los restos del año al terminar el día.  Cientos de luces de colores iluminan el cielo de diciembre, los estruendos y algunos gritos llegan con el aire, y desde el suelo las llamas derriten los números ya sin sentido. Los días que fueron muy importantes, los días vacíos y solitarios, también esa fecha marcada que no podía olvidarse, todo está allí; aunque ahora todo eso es nada, un simple pedazo de papel ardiendo. Y apenas un montón de recuerdos en su memoria. Las cenizas del pasado abonan su presente, y mañana cuando salga el sol

Las palabras

  En ocasiones, las palabras se rehúsan a salir sin motivo aparente. Es así que los días pasan, amaneciendo con ganas de escribir, pero sin embargo, las horas se van, luciendo una hoja en blanco sobre el escritorio. En esos momentos me invade una extraña sensación, una especie de contradicción entre el deseo y las ganas, entre cuerpo y alma.   Hasta que cierto instante, sin forzarlo, tomo asiento en tranquilidad, con un lápiz en la mano, y las palabras empiezan a brotar, moviéndose constantes como hormigas en su camino. Muchas veces ni siquiera importa el sujeto de redacción, ni el propósito, o la intención; solo es preciso dejar que las oraciones vayan surgiendo, y los renglones quedando atrás, abarrotados de símbolos.   Luego de un espacio atemporal, medido en ensimismamiento mas que en minutos, el tema aparece por si solo, como siendo arrastrado por la inercia del propio movimiento del lápiz sobre el papel. Así sin más, todas las palabras empiezan a referirse a la misma cosa,