Foto: Pinterest Bajo la caída de la tarde, detrás de las sombras acentuándose y el horizonte absorbiendo al sol; o sobre el resplandor del mediodía, levantando la tierra en el patio de la escuela, los niños juegan a las escondidas. Diversión antigua como el hombre, instinto de supervivencia devenido en entretenimiento. Cualquier sitio es factible de ser escondite, y es así que la infancia transcurre entre los nervios de ser descubierto y la destreza de ocultarse. Pero, con el cuerpo oculto tras un árbol, o agachado al otro lado de algún arbusto; absolutamente envuelto en su inocencia, el niño puede llegar a ignorar que parte de su cuerpo está descubierto develando así su ubicación. Años después, ya en la vida adulta, continuamos interpretando este juego, a veces casi con la misma inocencia, pero con el fin de adaptarnos e integrarnos a la vida en sociedad. Cualquier ser medianamente observador, lo suficientemente detallista y empático, puede detenerse y encontrar en el otro su
...and following our will and wind we may just go where no one's been...