Despojé al día de toda subjetividad, poco a poco le fui quitando las horas, las responsabilidades, el peso de su ubicación caprichosa dentro de la semana. Al principio me costó bastante lograr desprenderlo de todo porque, para mi sorpresa, era mucha la carga. Fui extrayendo una a una las expectativas, los horarios preestablecidos, y todo lo que descansaba planificado en el calendario. Este último perdió total sentido, hasta convertirse en una simple asociación impuesta como promesa de orden, ajena al orden propio. Y, sin embargo, ambos yacen alineados hasta que son forzados a separarse. Terminé por quitarle al día también mis horarios autoimpuestos, los momentos designados para cada actividad rutinaria: los minutos de almuerzo, la sobremesa, el espacio vacío entre la ducha y la hora de dormir. Por último, acabé por extraer hasta el clima. Me fue fácil, una vez que fui consciente de cuánta influencia tenía sobre mí el sol del mediodía, o la lluvia suave durante la tarde, el vien
...and following our will and wind we may just go where no one's been...