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Mostrando entradas de enero, 2020

El espía

Imagen de Couleur en Pixabay Su alma en pena vaga por los rincones de la casa, atraviesa los pasillos de la ciudad entera, y sobrevuela insistente donde sea que otras almas caminen. Los pasos sigilosos, siempre intentando disimular su presencia entre las paredes, ojos atentos buscando atrapar el reflejo de las acciones a su alrededor, absorberlas con sus enormes pupilas y así aislarlas del resto del universo. No existen muros que dificulten su vista, cual Superman sus ojos atraviesan el cemento. Sus oídos agudos como los de un cánido, deambulan constantemente al acecho de las palabras, siempre dispuestos a oír las frases que se entremezclan en diálogos, conversaciones privadas, buscando separarlas del silencio, comprenderlas, todas ellas van a parar a los bordes de sus orejas.    Y así, tan pendiente de los sonidos en su exterior, olvida por completo escuchar lo que su propio cuerpo le está diciendo, se ignora; y solo él podría saberlo, pero estoy seguro de que cientos de

Taxi

  Infinitos ruidos se mezclan en la noche y se acercan a golpear la ventanilla del auto. Transición en curso, cambié de medio, pero el viaje continúa. Luego de dos horas con los ojos entrecerrados y el sueño liviano tambaleándose al compás de los movimientos del ómnibus, al pisar las veredas sucias lo primero que me agredió fue el bullicio de luces por todas partes, saliendo de los autos, manchando las baldosas al bajar desde el alumbrado público, resaltando los insistentes carteles publicitarios. Después los sonidos de la ciudad alborotada, la gente corriendo y agolpándose, las bocinas furiosas empujando autos en la esquina, los gritos perdidos, las estrepitosas risas desconocidas. Todo ello casi logró arrancarme del todo de mi adormecimiento, hasta que logré subir al taxi. Apenas lo hice el cambio de ambiente fue claro, un olor a cuero gastado mezclado con aromatizante con olor a cítrico artificial me invadió. La diferencia de temperaturas se hizo notoria en los vidrios levemente e

Aquella canción

Photo by Aleksey Malinovski on Unsplash   Había estado casi todo el día tratando de quitarse de encima aquella canción, la que escuchó sin querer colándose a través de su ventana esa mañana, mientras su cuerpo era arrancado de la cama por los alaridos de la alarma sobre la mesa de luz. Cuando salía de la ducha y el aroma a café recién hecho se mezclaba con el vapor del agua, comenzó los primeros tarareos, ensayando una voz gangosa y desafinada que terminaba rebotando contra los azulejos del baño y volviendo fortalecida hasta sus oídos. El desayuno, como era costumbre, transcurrió en completo silencio, apenas el ruido de la cuchara golpeando la loza negra de la taza se animaba a imponerse brevemente; o el sonido interno de su garganta que moviéndose para dar paso al café hirviendo intentaba nacer, pero moría al instante.  Cuando buscaba las llaves de la puerta, ya vestida con su ropa habitual: camisa blanca, pantalón azul y zapatos negros, lista para salir y enfrentar las ho

Perdido en la noche

Photo by Beth J on Unsplash T ranscurría ya la mitad de la noche cuando el cuello no pudo evitar ceder ante el pesoacumulado de los pensamientos amontonándose en la cabeza, que acabó por caer golpeando el brazo izquierdo extendido sobre la madera del escritorio. Ese golpe silencioso, levemente amortiguado por los músculos del antebrazo, hizo brotar de un salto el lápiz desde la cartuchera, y en cuestión de segundos comenzó a delinear movimientos suaves sobre el papel, como impulsado por alguna fuerza misteriosa y no por los dedos de su mano. En medio de esa alienación de vez en cuando alguna letra lograba escaparse de la hoja y saltar hasta manchar el escritorio marrón; tratando de imitar a las palabras que a pulsos escapaban más allá de los huesos del cráneo e inundaban el aire de la habitación. El resto del espacio a su alrededor era quietud. Por momentos ni siquiera el ir y venir periódico de su cuerpo hinchándose y comprimiéndose al respirar era evidente, como si el único mo

Nuevos horizontes

Quizás redefinirse no debería estar ligado a ninguna fecha o momento particular. Pero inevitablemente siempre lo está. Muchos pueden ser los detonantes: una pérdida, una vuelta al sol, quedarse sin trabajo, el comienzo de un nuevo año. Cada uno crea su camino y si le funciona inventar un nuevo “yo” al cambiar el almanaque, o al cumplir años, o el acontecimiento que sea, está perfecto. Existen tantos modos de llegar a la identidad como personas en el planeta. El cambio de año en particular es una época muy propicia y casi generalizada para reinventarse. Todo el mundo quiere empezar el año con el pie derecho, corregir errores y encontrar mejores rumbos, inundar el año entrante con propósitos que parecen excelentes metas y luego se van desvaneciendo al pasar los meses. Es así que al llegar esta época nos vemos inundados de presiones sociales (que, como siempre terminan siendo presiones auto inducidas), frases hechas, historias de vida en redes sociales y cientos de imágenes más; qu