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Y así, tan pendiente de los sonidos en su
exterior, olvida por completo escuchar lo que su propio cuerpo le está
diciendo, se ignora; y solo él podría saberlo, pero estoy seguro de que cientos
de diálogos se encuentran silenciados en las profundidades de su ser. El espía
vive en su propia prisión, la que ha ido construyendo para sí a base de
ansiedad y continua desconfianza; ahogado entre las paredes y las sospechas
constantes, permanece aplastado bajo las vacías teorías que bajan de su cabeza y
le empujan el cuerpo.
En su mundo se siente un micro Dios: todo
está bajo su control. Pero no sabe que a cada minuto va perdiendo la vida al
tiempo que dirige la atención hacia la de los demás. Pero aun si llegara a
saberlo no le importaría, porque él vive muchas vidas al mismo tiempo, sobrevive
a través de los otros. Absorbe su energía, dejando a su paso un tendal de
almas silenciosas, arrastrando consigo sus voces, sus ideas, y su voluntad. El
espía emana tristeza, su silencio aturde, su cuerpo encorvado con el tiempo fue
quedando absorto en sus pensamientos, el peso de estar siempre alerta le
debilita los huesos. Por sus venas se mueve apresurada la sangre sucia de
resentimiento, fluye por su cuerpo cargándolo, volviendo su existencia toxica
para sí mismo y su entorno.
El espía está por todas partes, siendo
muchas personas al mismo tiempo, adoptando diferentes formas, se esconde tras
la curiosidad y no deja rastros aparentes. Su entretenimiento es ver el camino
de los demás, convertir sus vidas en una telenovela que seguirá con entusiasmo
día a día, creyéndose capaz de opinar e intentar predecir los devenires de la
trama.
Nuestro tiempo está lleno de espías, ellos
merodean la cotidianeidad, las calles, las pantallas y las redes sociales. Porque
el espía moderno vive alienado consumiendo otras experiencias, relaciones y
vidas, servidas como en bandeja para él en la pantalla de un teléfono, o en el
rectángulo de su televisor.
Vivimos día a día bajo sus infinitas
formas y sombras, todos en algún momento hemos sido espías. O espiados…
Madre de Dios!! Cuanta razón. La descripción iba mostrándome a un hombre, no se porqué, con la cinta escuchando y los cascos , pasando la grabación pero a medida que transcurre el relato , nos desvuelves a la tecnología, y sus trasiegos. Al fin y al cabo , no hace falta estar celoso para revisar una cuenta , un perfil o un dato. Casi le llamaría el chivato jeje!! Me ha gustado mycho. Un saludo!!
ResponderEliminarMuchas gracias por visitar mi blog y por tu comentario! Así es todos los días estamos expuestos a la vida de otros aún sin intensión, así como también nosotros exponemos nuestra vida a los demás. Me alegro que te haya gustado! Saludos!!
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