Recuerdo que hacía frío. Pero un frío permanente, de todos los días. Un frío gris de horas lentas, y días estancados, esencialmente idénticos, huérfanos de toda sensación. Recuerdo la luz tenue del atardecer colándose por la ventana, que con los vidrios cubiertos de diminutas gotas de agua condensada, iluminaba un rectángulo de vida distante. Del otro lado la quietud interior, el silencio. Recuerdo el silencio de los días, la vaga comunicación repetitiva, los pequeños instantes de colores pintados como islas sobre el lienzo gastado de la normalidad. Recuerdo a mi cuerpo adormecido por su peso, por la presión del aire sobre la cabeza, mi cuerpo petrificado sobre el colchón día tras día, noche tras noche. Las articulaciones lentas y ásperas, los párpados pesados anhelando dejarse caer a media tarde.
Recuerdo que hacía frío; pero un frío distinto, uno muy personal. Como si el universo entero se hiciera eco de otros climas más internos, de nubes simbólicas, de tormentas conocidas, del vacío de no llegar a ser. En charcos de lágrimas escondidas se ahogaban deseos, y el viento helado de la tarde arrastraba oportunidades hacia la nada.
Recuerdo que hacía frío, pero un frío interno, emanando desde los huesos mismos y helando todo a su alrededor. El invierno siempre fue gris sobre los pensamientos, pero esa vez el tiempo se congeló y las ideas quedaron ahí atrapadas en un círculo vicioso de escenarios ficticios y futuros borrosos.
Aún hoy, en la inevitable comparación de contrastes, algunas imágenes se cuelan entre las pausas de los días, y un recuerdo helado llega a erizar la piel nueva, logrando detener el tiempo en una evocación distante.
Sin embargo, con tímidos latidos se sostuvo una pequeña llama en lo más profundo. Alimentada de posibilidades más que de realidad. Ese fuego mantenido apenas por esperanzados mantras vio pasar el invierno, días tras día, noche tras noche. Iluminó las noches más oscuras, abrazando las células que aún se negaban a ser absorbidas por el hielo.
Y así la esperanza de futuras estaciones más cálidas empezó a crecer desde el interior, hasta hacerse una inevitable realidad.
-E.B-
Cómo siempre haces acelerar mi corazón de emoción y alegría leerte !!!! Muy bonito relato!!! Tenemos un buen escritor y guitarrista en la familia!!!( Besos te quiero mucho y deseo q puedas recopilar todos tus relatos en un liblro !!!!! Besitos ❤️❤️🧡💝
ResponderEliminarMuchas gracias por las palabras!! Y gracias por estar siempre ahí presente leyendo lo que escribo y tomarte el tiempo de dejar un comentario!! Besos!! ☺️❤️
EliminarLas estaciones más cálidas nos reconfortarán, siempre que un calentamiento global no exceda los límites. Gran relato. Gracias por compartirlo.
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