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Fuera de tiempo


 A veces siento que llevo una vida temporalmente desfasada, como si el tiempo al que se mueve la realidad no fuera el mismo que el que gobierna mi propia vida. Es una sensación frustrante muy a menudo, aunque con mucho esfuerzo quizás alguien encontraría en ello algo positivo. Pero, obviamente, yo no sería ese tipo de persona.

 De un tiempo a esta parte tomé la posición de intentar obtener una enseñanza de cada situación, sea cual sea su naturaleza, procurando no caer en el optimismo idiota. Esto me llevó a un lugar muy interesante, donde cada día parecía aprender algo, donde valoraba todo lo que me sucediera, fuera “bueno” o “malo”. Ciertamente estaba alejándome de mi visión pesimista de la vida, tratando de ir construyendo algo con toda la información recibida. Aprendí sobre mí mismo, mis reacciones, sobre los demás, entendí muchos de mis comportamientos, y empecé a buscar medios para corregir aquello que no me agradaba. Estaba muy lejos de mi zona de confort, pensando constructivamente, pero lejos de mi esencia.

 Entonces no demoré en darme cuenta de cuán estúpido estaba siendo. Porque si bien extraía información de las situaciones de mi vida, se me escapaban al mismo tiempo todos esos momentos. Tenía una caja de herramientas llena hasta el tope de mejores formas de actuar, respuestas que consideraba más adecuadas, actitudes nuevas. Pero todo esto era inútil, porque eran elementos que provenían de experiencias ya vividas, y por lo tanto momentos que no volverían a repetirse de la misma forma. Entonces, también tenía una mochila cargada de situaciones pasadas, con respuestas que no me agradaban y actitudes que tampoco lo hacían, pero que efectivamente sucedieron. Y el resultado era haber perdido parte del tiempo pensando, tarde ya, cómo me hubiese gustado actuar en realidad.

 ¿Qué debía hacer con todos esos aprendizajes para situaciones que jamás se volverían a repetir?

 Lo cierto es que he tenido que aprender a convivir con esa realidad tardía, donde se me ocurren las palabras geniales cuando la conversación ya descansa en el pasado, donde actúo de forma para nada fiel a mí mismo y después se me ocurre la más adecuada, donde se me escapan las oportunidades y después lucho con el arrepentimiento.

 Mi existencia está llena de esos momentos, y a menudo solo la frustración proviene de ellos. El Universo parece empeñado en ponerme frente a los ojos cosas que parecen una puerta de salida, para luego alejarlas de mí, dejándome como al principio.
Sin embargo, por más desalentador que esto parezca, es esta visión pesimista la más cómoda y valiente que he encontrado. Porque en ocasiones sabiendo todo esto, no me flaquean las fuerzas para lanzarme a lo desconocido, abrazar el sinsentido de la vida, e intentar, como antes, construir algo con el cúmulo de información atemporal que llevo en mi mochila.

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