Las calles silenciosas, huérfanas de multitudes, de ruidos apresurados, con restos de rutinas impostergables vagando solitarios en ellas; despiertan sorprendidas de a ratos por los pasos inesperados de transeúntes extraviados. Tristes indiferentes de sentido, que atraviesan las veredas buscando escapar quién sabe de qué, haciendo caso omiso a las precauciones. Los días pasan y el encierro se vuelve rutina para algunos. De pronto las paredes de la casa ya no representan descanso, ahora son los límites de un mundo conocido, explorado hasta el cansancio. Un mundo estático, que permanece incambiado a través de los días. La vida diaria acabó por desdibujarse, los horarios se confunden unos con otros. El país va cayendo lentamente en la crisis, como dormido, o más bien como alguien que recién despierta y sigue sin entender mucho qué sucede y hasta duda del límite entre la realidad y el sueño. La economía tiembla entre paranoia y malas decisiones de quienes deben velar por el b
...and following our will and wind we may just go where no one's been...