Buenas! Bienvenidx una vez más a mi blog! Hoy comparto un texto breve que escribí hace un tiempo, en el cual trato de describir una mañana como tantas en la ciudad. Espero que les guste! Podés dejarme un comentario contándome qué te pareció, o usar los botones para compartirlo en tus redes y que llegue a otrxs. Gracias por leer!
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La humedad despierta con la mañana. Las calles aún vacías se levantan brillosas, vestidas con un fino manto plateado que refleja las últimas luces resistiéndose a desaparecer, ignorando la claridad incipiente. El silencio en las esquinas, sólo llega a interrumpirse por el aleteo nervioso de las palomas acurrucadas en algún rincón de los edificios del centro. El misterio recubre sus guaridas, con paredes viejas y desprolijas ocultando las inentendibles conversaciones en su interior. De a ratos, un solitario animal madrugador escapa revoloteando y bordea la pared de concreto para perderse a través de otro agujero.
La ciudad expectante, aguarda inmóvil a que sus seres despierten. Que abandonen sus guaridas tibias, impregnadas con vapor de ducha y aroma a café recién hecho. Que dejen la comodidad de sus hogares; para ir a pintar las calles con sus pasos inquietos, sus ropas de colores, sus palabras presurosas. Espera que cada uno de los engranajes estén en su posición, y así pueda ponerse en marcha la gran maquinaria de la normalidad.
El cielo ahora baña de gris el aire de la mañana, la ciudad toda no es más que una foto antigua, un retrato de un día cualquiera, inmortalizado finamente en el manto de humedad que recubre el día naciente.
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