Ir al contenido principal

Perdido

  De vez en cuando me pierdo, y me olvido de ser durante horas y a veces días. Desagradable estado, donde se amontonan mil cosas para hacer, pensamientos, preocupaciones y horas de sueño. Todas las palabras que puedan llegar a este sitio sobran, porque no hay más lugar que para el silencio. La rutina se desinfla, unas veces de un golpe, otras de a poco, y cae sin peso, hasta quedar atrapada entre el calor de las frazadas y la oscuridad de las cuatro paredes. Allí en ese ambiente cálido y solitario, la música danza con suavidad, las canciones atraviesan las horas, mientras afuera el sol o la luna recorren el cielo.

  Aquel ser del día anterior, corriendo las veredas, parece lejano, y el que vendrá mañana es un misterio. Como el misterio de qué es lo que conduce a este lugar, cuáles son las palabras, las acciones, recuerdos, o sentimientos que llevan hasta él.

  Es el sitio perfecto para tomar grandes decisiones, reorganizar lo que se quiere con lo que se tiene, evaluar posibilidades y agradecer. Darse cuenta de que como dicen “la vida es solo un viaje”, y siendo así es necesario detenerse de vez en cuando para descansar. Pero lo mejor de este estado, es que es necesariamente pasajero. Se puede permanecer allí el tiempo que cada uno desee o requiera, el que haga falta al cuerpo para recobrar fuerzas, reencontrarse con la ilusión del sendero a seguir.


  Para algunos la vida está llena de estos momentos, son estaciones insalvables para poder continuar el camino. Otros, sin embargo, van corriendo sin mirar a los lados, sin ni siquiera pensar en detenerse, y quién sabe en qué momento y condiciones el destino los obligará a hacerlo. 

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Paredes

Las paredes no hablan, pero desde su quietud escuchan y lo ven todo. Testigos silenciosos de vivencias, encierros, noches largas y días ausentes. Pasa el tiempo, las personas, las familias, y ellas siguen ahí estoicas, acumulando recuerdos, coleccionando imágenes de las que nadie más oirá hablar nunca. Las paredes nos aíslan, protegiéndonos del mundo, del viento y el frío en el invierno, separando nuestras camas de la noche oscura en las calles. Nos privan del barrio, sus transeúntes, tamizan las conversaciones de la esquina en la mañana, que llegan con palabras amortiguadas rebotando en la almohada tibia. Nos mantienen secos en las tardes de lluvia, acaparando para sí el olor a tortas fritas que solo deja escapar la grieta rebelde de una ventana. Aunque a veces con el tiempo la humedad empieza a ganar la batalla a base de constancia, sombreando los rincones blancos con manchas oscuras y olorosas. Las paredes nos encierran, empujando nuestros cuerpos cautivos hasta ma...

Extrañar

¡Buenas! ¡Bienvenidx a mi blog y gracias por tu visita! El texto de hoy es uno más enmarcado en esta realidad de aislamiento que estamos viviendo. Surgió mientras escuchaba el disco "Parachutes" de Coldplay, así que probablemente esté un poco influenciado por el aura de sus canciones. Puedes dejarme un comentario más abajo, o usar los botones para compartirlo en tus redes sociales. ¡Espero lo disfrutes! - Hay un abrazo pendiente en el calendario. Más de uno, en realidad. Hay una lista de otros planes a la espera. Una mirada que busca sin éxito otra mirada, atraviesa el aire vacío y frena al chocar contra las paredes. Podría esperarse que las circunstancias la llevaran a regresar y mirarse a sí misma, pero no es así. No puede. Se hace tedioso voltear a observarse después de tanta costumbre y hastío. En cambio, la mirada se queda ahí perdida para siempre en la nada, brotando densa desde los ojos cansados de ver rutina, encierro y espejos. El verbo extrañar surge ajeno, de...

Pandemia

Las calles silenciosas, huérfanas de multitudes, de ruidos apresurados, con restos de rutinas impostergables vagando solitarios en ellas; despiertan sorprendidas de a ratos por los pasos inesperados de transeúntes extraviados. Tristes indiferentes de sentido, que atraviesan las veredas buscando escapar quién sabe de qué, haciendo caso omiso a las precauciones. Los días pasan y el encierro se vuelve rutina para algunos. De pronto las paredes de la casa ya no representan descanso, ahora son los límites de un mundo conocido, explorado hasta el cansancio. Un mundo estático, que permanece incambiado a través de los días. La vida diaria acabó por desdibujarse, los horarios se confunden unos con otros. El país va cayendo lentamente en la crisis, como dormido, o más bien como alguien que recién despierta y sigue sin entender mucho qué sucede y hasta duda del límite entre la realidad y el sueño. La economía tiembla entre paranoia y malas decisiones de quienes deben velar por el b...