Vivimos en una época muy
particular, el avance y la expansión de las nuevas tecnologías, y la extensión
del uso de las redes sociales, ha provocado una “hiperconectividad” entre todas
las personas sin importar las barreras que los separen. Hoy cualquier ser
humano puede plasmar su opinión en internet (yo lo estoy haciendo ahora) y
hacerla llegar en un instante a cualquier parte. Esto me parece maravilloso
porque aumenta la pluralidad de voces y democratiza la información, hoy en día
ya no existe como antes una sola visión de la realidad provista por los medios
de comunicación y aceptada por todos sin cuestionamiento alguno. Ya no quedan
prácticamente puntos de vista que no estén reflejados en alguna parte, no hay
visiones del mundo marginadas, o gente con cosas para decir y sin espacios para
expresarse. Obviamente que esto también tiene sus numerosos costados negativos,
como el avance y la masificación de discursos de odio que se creían enterrados
para siempre; porque es más fácil que algunos encuentren pensamientos
retrógrados afines navegando en las redes.
En fin, es genial que exista la pluralidad de voces, y que no haya un discurso mediático dominante sin lugar a ser cuestionado. Aunque esta inmediatez y amplio alcance de la información también hace posible el surgimiento de noticias falsas, o simples rumores que se hacen pasar por hechos, para ensuciar a tal o cual persona, empresa, o partido político. Por suerte la mayoría de la gente está al tanto de la peligrosidad de ser víctimas de “fake news”, y se cuestiona antes de compartir y colaborar a la viralización de ciertos contenidos dudosos, indagando en la fuente o simplemente apelando al sentido común. Pero también existe un montón de gente que es más vulnerable a los contenidos falsos (aunque todos los somos), en general por simple ignorancia o desinformación. Además, no faltan aquellos que lo hacen a consciencia con el único fin de expandir la mentira si ésta es afín a su pensamiento o interés. Es necesario estar atentos porque este tipo de movimientos hacen crecer el descreimiento y terminan por generar confusión muchas veces.
Ahora bien, todo este tema de la pluralidad de opiniones y la no existencia de discursos hegemónicos, sumado a la polarización que existe en nuestra sociedad hoy en día, propicia otro fenómeno que se puede enmarcar dentro del neologismo “posverdad”. Indagando en internet se puede encontrar que este término “describe la distorsión deliberada de una realidad en la que los hechos objetivos tienen menos influencia que las apelaciones a las emociones y a las creencias personales, con el fin de crear y modelar la opinión pública e influir en las actitudes sociales”. Más allá de definiciones teóricas, es claro ver este comportamiento hoy en día, ante el surgimiento público de cualquier noticia emergen siempre dos (o más) visiones de la misma. A veces es increíble ver cómo para un único hecho pueden coexistir dos visiones tan distantes, incuso se pierde la objetividad del observador más imparcial, que termina siendo absorbido por una de ellas. Obviamente no voy a negar que hay innumerables situaciones que admiten dos visiones de acuerdo a la ideología de cada uno, a la visión que se tenga de la vida. Pero creo que existen cosas que exigen solo un punto de vista. Y aquí viene lo que expresa el título, creo que con el desarrollo de todo lo expuesto anteriormente, estamos ante la muerte del sentido común. Antes podíamos ponernos de acuerdo para condenar ciertos hechos, para decir tal discurso es de odio, había cosas que “estaban mal” o que eran de sentido común y todos estábamos de acuerdo en ello. “No hay hechos, solo interpretaciones”, puede ser, pero para convivir en sociedad debemos aceptar que hay hechos que no admiten dos interpretaciones, no importa el bando. Creo firmemente que sin estos consensos es imposible cualquier convivencia.
Podría dar numerosos ejemplos de esta realidad, podría hablar de Venezuela y las dudas de la izquierda en condenar una dictadura, mencionar Chile y la diferencia de criterios sobre las “manifestaciones sociales”, o más recientemente de Bolivia, su presunta falsificación de elecciones y la posterior duda de la derecha en cuestionar el golpe de estado. También podría mencionar noticias locales más inofensivas si se quiere, hechos de todos los días u otros propios de la campaña electoral. Lo cierto que la realidad está a la vista, y todos somos parte a diario, de este juego de mentira y verdad caminando en la cuerda floja.
Es necesario el diálogo para recuperar esos puntos en común, esos lugares en los que todos podemos estar de acuerdo, los de un lado y los del otro, para que aquellos que vienen a colarse entre las grietas con su odio, no puedan pasar. Se me viene a la mente una canción de La Tabaré que dice:
“Vamo' a tener que encontrarnos
vamo' a tener que aprender a cambiar
y aprender a tolerarnos
pa' aprender lo que no hay que tolerar.”
Sobrino, ¿son los postulados de la coalición multicolor?
ResponderEliminar"Es necesario el diálogo para recuperar esos puntos en común, esos lugares en los que todos podemos estar de acuerdo, los de un lado y los del otro, para que aquellos que vienen a colarse entre las grietas con su odio, no puedan pasar."
Podrían ser, pero "los que vienen a colarse con su odio" ya se colaron en la coalición"
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