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De pronto, todo lo
que hasta hace un momento no eran más que infinitas posibilidades, ligeras
siluetas que danzaban mezclándose con las creaciones de mi propia mente, ahora
parece tomar otras formas determinadas. Los límites cambian, los bordes se
hacen más evidentes, las proporciones van jugando a su antojo alejándose del
mundo conocido.
No comprendo aun si
es el ambiente a mi alrededor el que amanece distinto, o es el cristal a través
del cual lo observo el que lo modifica, impregnando hasta al más simple de los
objetos de una magnificencia digna de experimentar con todos los sentidos al
mismo tiempo. Mis ojos maravillados parecen haber despertado a un mundo nuevo
por conocer.
Por fin he vuelto
a ver con los ojos de un niño. Reconozco el brillo que desciende cual lluvia desde
el cielo a cada momento, y que va pintando sobre el ambiente colores intensos,
algunos de los cuales nunca había visto. Hasta hoy. Un profundo violeta, me ilumina
desde arriba, mientras el viento arranca aves de entre las nubes. Veo
maravillado, su mañanera danza entrando y saliendo de los bucles blancos y
suaves de la nube, para volar inquietas sobre mi cabeza como dándome la
bienvenida a mi nuevo yo.
Mis amigos están aquí,
eufóricos contemplando el espectáculo. Ellos también están distintos, puedo ver
el tiempo pasando a través de sus rostros, de a ratos los percibo algo raros,
como si fuese la primera vez que los tengo frente a mis ojos. Encuentro
expresiones desconocidas en ellos, miradas que nunca crucé, la felicidad se
adueñó de sus cuerpos mientras corren por la arena ahora mucho más brillante.
Todo es digno de
admiración en esta mañana. Ciertamente no recuerdo ni una sola vez en que
hubiese sido tan consciente del mundo, de todos los sucesos increíbles que
están teniendo lugar todo el tiempo a mi alrededor. El Universo en movimiento constante,
los infinitos ciclos que mantienen el ecosistema en equilibrio, los seres
silenciosos que habitan el paisaje, y las pinceladas desconocidas que dibujan
con sutileza ese paisaje.
El sonido de la
arena restregándose contra la planta de mis pies, y las piedras que al pisarlas
se rozan unas contra otras, me despiertan una sensación de calidez nunca antes
experimentada fuera de mi casa. Siento que por primera vez estoy en mi verdadero
hogar. Todo es distinto: las sensaciones, los olores, los sonidos, todo. La
realidad misma no deja de sorprenderme. Mi cuerpo y todo mi ser ha dejado de
estar enclavado en el mundo, estático, ignorante a lo maravilloso de su
existencia; para formar parte de él, ser el Universo moviéndose a través de sí
mismo, consciente de todas las posibilidades, de las luces y sombras, el día y
la noche, los colores, el tiempo.
El gigante sol ya
asoma por el horizonte, manchando de rutina el balneario, como intentando
recordarnos que no somos más que un par de soñadores, en otra ordinaria y fría
mañana de invierno en nuestras vidas.
Qué precioso y sensitivo. Te felicito. Me gusta tu forma de escribir y expresar tus vivencias. Un abrazo
ResponderEliminarMuchas gracias por visitar mi blog y por tus comentarios siempre tan positivos, es muy reconfortante escribir y recibir ese intercambio de parte de los lectores. Un saludo!
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