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Los soñadores despiertos


Foto de Snapwire en Pexels
En ese mágico momento en que la noche parece empezar a ceder, detenerse, me reconozco diferente. Hasta hace unos instantes todo parecía ser tragado por la fría oscuridad del cielo nocturno, que ahora comienza a mostrarse algo más claro sobre uno de los bordes. La arena congelada acabó por helarme los pies, y el aire del mar se llevó consigo casi toda la sensibilidad de mi rostro.

De pronto, todo lo que hasta hace un momento no eran más que infinitas posibilidades, ligeras siluetas que danzaban mezclándose con las creaciones de mi propia mente, ahora parece tomar otras formas determinadas. Los límites cambian, los bordes se hacen más evidentes, las proporciones van jugando a su antojo alejándose del mundo conocido.

No comprendo aun si es el ambiente a mi alrededor el que amanece distinto, o es el cristal a través del cual lo observo el que lo modifica, impregnando hasta al más simple de los objetos de una magnificencia digna de experimentar con todos los sentidos al mismo tiempo. Mis ojos maravillados parecen haber despertado a un mundo nuevo por conocer.

Por fin he vuelto a ver con los ojos de un niño. Reconozco el brillo que desciende cual lluvia desde el cielo a cada momento, y que va pintando sobre el ambiente colores intensos, algunos de los cuales nunca había visto. Hasta hoy. Un profundo violeta, me ilumina desde arriba, mientras el viento arranca aves de entre las nubes. Veo maravillado, su mañanera danza entrando y saliendo de los bucles blancos y suaves de la nube, para volar inquietas sobre mi cabeza como dándome la bienvenida a mi nuevo yo.

Mis amigos están aquí, eufóricos contemplando el espectáculo. Ellos también están distintos, puedo ver el tiempo pasando a través de sus rostros, de a ratos los percibo algo raros, como si fuese la primera vez que los tengo frente a mis ojos. Encuentro expresiones desconocidas en ellos, miradas que nunca crucé, la felicidad se adueñó de sus cuerpos mientras corren por la arena ahora mucho más brillante.

Todo es digno de admiración en esta mañana. Ciertamente no recuerdo ni una sola vez en que hubiese sido tan consciente del mundo, de todos los sucesos increíbles que están teniendo lugar todo el tiempo a mi alrededor. El Universo en movimiento constante, los infinitos ciclos que mantienen el ecosistema en equilibrio, los seres silenciosos que habitan el paisaje, y las pinceladas desconocidas que dibujan con sutileza ese paisaje.

El sonido de la arena restregándose contra la planta de mis pies, y las piedras que al pisarlas se rozan unas contra otras, me despiertan una sensación de calidez nunca antes experimentada fuera de mi casa. Siento que por primera vez estoy en mi verdadero hogar. Todo es distinto: las sensaciones, los olores, los sonidos, todo. La realidad misma no deja de sorprenderme. Mi cuerpo y todo mi ser ha dejado de estar enclavado en el mundo, estático, ignorante a lo maravilloso de su existencia; para formar parte de él, ser el Universo moviéndose a través de sí mismo, consciente de todas las posibilidades, de las luces y sombras, el día y la noche, los colores, el tiempo.

El gigante sol ya asoma por el horizonte, manchando de rutina el balneario, como intentando recordarnos que no somos más que un par de soñadores, en otra ordinaria y fría mañana de invierno en nuestras vidas.

Comentarios

  1. Qué precioso y sensitivo. Te felicito. Me gusta tu forma de escribir y expresar tus vivencias. Un abrazo

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  2. Muchas gracias por visitar mi blog y por tus comentarios siempre tan positivos, es muy reconfortante escribir y recibir ese intercambio de parte de los lectores. Un saludo!

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