Ir al contenido principal

Vacíos


No es necesario sentirse vacío ni completamente infeliz para experimentar ese sentimiento de vez en cuando. No significa que alguien está incompleto, solo representa una salida esporádica de esa parte de cada uno que nos vuelve indefensos ante los misterios del universo y de nosotros mismos. Es una pausa necesaria frente al pasar de los días, a lo incomprensible del tiempo alejándose rápidamente llevando consigo todo lo que alguna vez fue cotidiano, irrefutable.

El vacío nos interpela constantemente, obligándonos a la duda, a la deconstrucción permanente. Poner nuestros valores y metas sobre la mesa, compararlas con las de los demás, medirlas con nuestros deseos, pensar en las posibilidades, en las injusticias propias del reparto desigual de oportunidades.

Foto de Dương Nhân en Pexels
Creo que en cierto punto el vacío se vuelve necesario para caminar hacia algún lado. Para hurgar en la vida y obtener de ella cualquier cosa que ayude a llenarlo. Toda persona que haya recorrido el camino hacia su objetivo, seguramente en algún punto tuvo que atravesar ese lugar. Es imposible no caer en él si se transita un sendero consciente, buscándole sentido a cada paso. Tal vez en esto último esté la clave: caminar sin pensar, sobrevolar el mundo superficialmente, atentos solamente a cumplir con el esquema preestablecido para cada vida. Seguro esa sea peor condena.

El vacío nos define, como nos definen todas las cosas que no somos, las ideas que no nos terminan de cerrar, nuestra inquietud de corrernos del lugar para encontrar algo mejor. Para encontrarnos mejor. Disfrazado de crisis existenciales baja de vez en cuando al mundo cotidiano, para vivir junto a nosotros unos días, y desaparece como si nada un tiempo después. Quien no se ha sentido incómodo consigo mismo al menos en algún punto de su historia, es porque seguro no se ha pensado lo suficiente, vive arrastrado por la corriente. ¿De verdad se conoce? O quizás es uno de los pocos afortunados que la vida colocó en su destino desde el inicio, los acumuladores de oportunidades, que caminan siempre sobre senderos seguros.

El vacío es ese molesto hueco en el pecho que nos empuja un poco hacia atrás en los momentos más felices, tironeando la ropa insistente para no ser víctima del olvido. Puede ser nuestro mejor amigo a veces, cuando nos impulsa a crear, a movernos, y al mismo tiempo se vuelve el peor enemigo absorbiendo nuestra energía para alimentarse, hasta dejarnos exhaustos, carentes de sentido entre el futuro y la nada. ¿Cuántos vacíos estarán esparcidos por la ciudad, viviendo sus vidas normalmente, contando los días hasta la próxima crisis?

Si tuviera que describirlo diría que se siente como un domingo gris de invierno, envuelto en las frazadas, y escuchando las nubes pasar con el viento. El vacío duele un poco menos cuando se juega a rellenarlo con palabras, canciones, o abrazos…


Comentarios

  1. Muy bueno y me siento muy identificada.

    ResponderEliminar
  2. Interesante lo que presentas... A veces el vacío nos ayuda a avanzar.

    ResponderEliminar
  3. Lo interesante, es saber llenarlo de lo adecuado. Podemos acabar tomando malas decisiones. Por eso, no debe ser cualquier cosa. Pero entiendo que, a vecces, podría ir bien llenarlo. ¿No crees que cada altibajo, tiene una subida? eso veo yo en tu texto. Estar solo está sobrevalorado, tiene sus cosas buenas y sus silencios que están marcados por la insistente decisión de llenarla de personas o cosas. ¿Porqué? estar solo puede llevarnos a dedicarnos , conocernos , descubrir, y sobre todo a saber darnos esa calma. No es fácil para esa gente que nunca ha tenido amistades, pero internet y las diferentes ciudades, nos aportan nuevos escenarios para el ocio y las actividades. Es posible, multitud de cosas buenas. Me ha gustado mucho esta reflexión. Un saludo!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias por leer y por tu comentario, Muy interesante lo que planteas, concuerdo contigo, el vacío tiene muchas aristas pero para experimentarlas es necesario aprender a convivir con él, abrazar tanto la soledad como la compañía de los que nos rodean, y entender que todo ello forma parte de la vida. Un saludo!!

      Eliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Paredes

Las paredes no hablan, pero desde su quietud escuchan y lo ven todo. Testigos silenciosos de vivencias, encierros, noches largas y días ausentes. Pasa el tiempo, las personas, las familias, y ellas siguen ahí estoicas, acumulando recuerdos, coleccionando imágenes de las que nadie más oirá hablar nunca. Las paredes nos aíslan, protegiéndonos del mundo, del viento y el frío en el invierno, separando nuestras camas de la noche oscura en las calles. Nos privan del barrio, sus transeúntes, tamizan las conversaciones de la esquina en la mañana, que llegan con palabras amortiguadas rebotando en la almohada tibia. Nos mantienen secos en las tardes de lluvia, acaparando para sí el olor a tortas fritas que solo deja escapar la grieta rebelde de una ventana. Aunque a veces con el tiempo la humedad empieza a ganar la batalla a base de constancia, sombreando los rincones blancos con manchas oscuras y olorosas. Las paredes nos encierran, empujando nuestros cuerpos cautivos hasta ma...

Extrañar

¡Buenas! ¡Bienvenidx a mi blog y gracias por tu visita! El texto de hoy es uno más enmarcado en esta realidad de aislamiento que estamos viviendo. Surgió mientras escuchaba el disco "Parachutes" de Coldplay, así que probablemente esté un poco influenciado por el aura de sus canciones. Puedes dejarme un comentario más abajo, o usar los botones para compartirlo en tus redes sociales. ¡Espero lo disfrutes! - Hay un abrazo pendiente en el calendario. Más de uno, en realidad. Hay una lista de otros planes a la espera. Una mirada que busca sin éxito otra mirada, atraviesa el aire vacío y frena al chocar contra las paredes. Podría esperarse que las circunstancias la llevaran a regresar y mirarse a sí misma, pero no es así. No puede. Se hace tedioso voltear a observarse después de tanta costumbre y hastío. En cambio, la mirada se queda ahí perdida para siempre en la nada, brotando densa desde los ojos cansados de ver rutina, encierro y espejos. El verbo extrañar surge ajeno, de...

Pandemia

Las calles silenciosas, huérfanas de multitudes, de ruidos apresurados, con restos de rutinas impostergables vagando solitarios en ellas; despiertan sorprendidas de a ratos por los pasos inesperados de transeúntes extraviados. Tristes indiferentes de sentido, que atraviesan las veredas buscando escapar quién sabe de qué, haciendo caso omiso a las precauciones. Los días pasan y el encierro se vuelve rutina para algunos. De pronto las paredes de la casa ya no representan descanso, ahora son los límites de un mundo conocido, explorado hasta el cansancio. Un mundo estático, que permanece incambiado a través de los días. La vida diaria acabó por desdibujarse, los horarios se confunden unos con otros. El país va cayendo lentamente en la crisis, como dormido, o más bien como alguien que recién despierta y sigue sin entender mucho qué sucede y hasta duda del límite entre la realidad y el sueño. La economía tiembla entre paranoia y malas decisiones de quienes deben velar por el b...